viernes, marzo 18, 2005

See you later, alligator...

Llegaste dando palos de ciego sin necesidad de un por qué, mientras el espíritu de los muertos observaba a ese Melmoth errabundo. Y bien pudiste mostrar los sueños de tu razón, hablando del Golem, del alcohol y otros demonios, y más demonios. De tu cansancio y de la paz de los idiotas.
Con certeza Oliverio esta noche soñará con el día después y con Aristófanes tocando el clarinete y esperando los agradecimientos. Por tu culpa.
Y las nínfulas recordarán el pasado anélido en el gabinete de un señor poeta, gritando por los imperios perdidos que los monstruos destruyeron. Por tu culpa.
Siempre quedará Gmail, uffs... siempre queda algo para evitar el abandono, siempre hay viejos libros y paraísos perdidos para las altivas almas sin tierra a la que aferrarse. Y quedarán las chicas de martes, y los monstruos.
Y me chupa un pie que mientras duermo la presencia de Dios sea su ausencia en mi oscuro corazón si los gigantes igualmente caerán en el olvido y James Mulligan ya no me chupará un pie como quisiera. Buf, cómo quisiera que en el microcosmos de ella se cambiara la muerte por el dominio de los días. Cuanto quisiera que la música no acabase, compartiendo la velada con Marguerite.
Pienso luego existo, pienso en los ojos que ya no podran leerte querido, leer lo bonito que parece morir con tus palabras.
Me vestiré de fiesta (de funeral si me dejas) y escucharé jazz para despedir tus colmillos, no sin un par de rosas y un triste maullido que hasta a los gigantes encoja el pecho.
En estos días que nos quedan, amado, declaro la guerra a la tierra misma que nos parió el día de la bestia. Porque nacimos muertos al vacío. Pero tú tira p'alante, cocodrilo, los singapurenses estaremos contigo hasta el día en que las epidemias destruyan al hombre. Hasta que se adivine la terminal añoranza, la añoranza de un sábado perfecto. En resumen, hasta el comienzo de la senectud, cuando otros hereden la tierra. La senectud que quisiera creer en Dios por miedo a la muerte.
Una tierna historia de amor se pregunta "Ay, si llegará" o no. Y tú apostátas como siempre, con tu furia, que ni los mantras evitan la posibilidad de que vomites el alma aunque después te serenes con versos de Lorca.
Igual tu asco a la vida de lunes se expande más allá de los cafés con que intentas evitarlo, y esta tierra de dinosaurios que dieron paso al querer y a la filosofía, te apunte esos días con sus armas de muerte más que otras veces.
Puede que el insurgente bostezo del pueblo aburrido, reclame de nuevo la perfección de tus escritos. Yo quisiera tenerte de profesor por un día. Por la noche, si quieres, te contaría un cuento si no me críticas y me das consejo.
Y, otro día perfecto, te encontraré entimismado bailando, una noche de sábado a domingo, con ella, querido, la que los gigantes te robaron un día mientras observabas en sueños la poca educación que les quedaba tras haber ganado.
Te lo dije, los días pasan, y los años. Y aunque no puedas creerlo, ésta angelita ha crecido, señor licántropo. Y los domingos ya son infiernos en mi tiempo de mortal, de semanas, de días, de sueños, de juegos perdidos, de fuerza cansada y resplandor al final del túnel, tras cruzar la carretera.
Vientos de insurrección contra los estates (sic), puesta la declaración sobre la mesa, sobre la tierra sin nombre. Una reflexión por la espuma de los días, por los cuentos chinos que se cuentan de madrugada, cuando se transforma el alba.
¡Joder! Eres perfecto en tus defectos, en contenido y envase, tan adorable... Tanto que te conviertes en dios que dicta las leyes de la ferpección (sic), de la belleza de esta tierra, con el poder de tu recuerdo. Y ni la curiosidad ni la resistencia me permiten retirarme de tus historias, ni atender a otras cosas, ni sobrevivir a la rabia que me da la declaración de tu marcha, tu despedida. Pareces morir ante el fin de la duda de otoño, desesperado, esperando la cita que descargue el peso que llevas porque sí. Pareces que quisieras cruzar el océano y alojarte en una casa de amor perfecto y plenitud que sabes fantasmas.Pero Escucha "Toc, toc, toc" llamo a la puerta de esa casa inexistente para pedirte que seas mi héroe, que no te vayas, me gusta la ironía de tus palabras... snifs, el día después siempre es duro, cualquier día es jodido en tu ausencia y , por pura lógica, llueve en mitad de mi blog, mi pequeño universo, de echarte de menos.
El secreto de tu culpa no tiene precio ni nombre, vuela sobre el trayecto de lo humano, de la sociedad. Mientras tú esperas el verano para que la curiosidad venga otra vez a tus labios y te enrede antes de hacerte viejo, porque eres uno de esos tipos con la mirada del lobo, que hacen callar hasta al silencio y quitan el hipo con el esplendor de su mirada. Y tienes las raíces bien puestas para andar tus caminos por el mundo, haciendo parada cada día XIII para respirar pureza y mirar al cielo.
Sé que has dejado tu alma hasta el último punto de este lugar de necios e insurgentes, de soñadores y locos... donde gustamos de escupir lo que las madres no consuelan, donde involucionamos de nuevo a la carne con palabras optimistas del doctor que no puede dejar de pensar en Caperucita desde un punto de vista masculino, imáginando otra dimensión en que comérsela todo el tiempo sin quitarse el sombrero siquiera, sin acordarse de su familia y su esposa...
Por mi parte celebro el nacimiento de tu piel el día en que se escribieron tus efemérides, aquel en que nació ese tipo que ves en el espejo cuando te preparas para vengarte del retorno de la luz, esa que te cambia el blanco y negro por la existencia del color al final de la noche, cuando el tiempo ya se ha ido y sólo queda la muerte y la duda.
Y recuerdo los cuentos de un señor que criaba gusanos y flores nocturnas y escribía cartas raras a gente sin nombre. Me contó lo que era la Panacea, y me escribió cuentos sin sentido, y cuando me hice mayor me regaló una novela de amor de las que hacen que te rueden las lágrimas por la cara para morir en la isla de la boca. Él prefería no hablar los lunes, "sin comentarios" decía y volvía al 7º cielo de sus sueños. Hasta que un lunes pereció, o lo pareció, porque no volvió a aparecer. Y yo me quede sin sus desestresantes historias, sin sus alas de ángel de Dios, con el peso de los años llevándome al sur del dolor que provoca el añorar algunas historias.
La naturaleza de tus verdades no tiene nombre, yo me las dejé de asignatura pendiente porque me entretuve con tu piel, revisando el resumen de los días en que descubrí que tú sabías volar, que eras otra cosa, que viajaste una y otra vez como tu padre te enseñó a hacerlo en la laguna dormida, igual que te enseñó a comprender el arte de los proverbios. Del mismo modo en que ahora te relatas a tí mismo tu lado más salvaje, como hormiga que escapa del hormiguero ganando diez vidas con diez partes de su propio ego.
Y aún reptan las promesas despacio, fundando el acercamiento de un beso de despedida tarareada mientras se espera a la muerte, o a la mierda de muerte de lunes. Mientras el camino sigue entre las bestias de las que nos escondemos tras arbolitos, llorando por saber que no existe el rey que nos ampare en su castillo oscuro de muerte dormida.
He visto la noticia en tu silencio cotidiano, y sin embargo, el capitán de mi naufragio nunca me dijo que los peces de colores se escapan volando sobre ciudades cuando intentas atraparlos. Nunca me dijo que tocar esa canción (dubidú) me recordaría que el día en que naciste sólo asomaba la punta del iceberg de tu persona. No hubo parábola que me enseñara que todo esto llegaría a mi corazón, con el que tanto te quiero desde detrás de este espejo que es la pantalla. Jamás nadie me advirtió que en mi cuello de porcelana desarrollarías la política que me convenciera. Y no tiene nombre esa política tuya en que lanzas piedras que no tocan el suelo.
Serás plenitud de despedida en mi frío recuerdo. Consumes bastante rápido las promesas sin nombrar siquiera las deudas pagadas, en el campo de combate donde lucha el hombre, con su ego por delante y su perfección por bandera. Allí donde te cierras a este mundo. Aquí donde te echaré de menos.

Por tu culpa vine aquí, y te lo debo. Gracias a ti aprendí a conocerme un poquito más, a escribirme entre sonidos de teclado (lo mío siempre fue el papel). Porque cumpliste tu promesa y cuidaste de mí tanto tiempo en silencio. Por eso y mucho más este post es tuyo, espero que te guste...




Te echaré de menos Melmoth querido.

10 comentarios:

MarthePG dijo...

Que currada de post, y que despedida más interesante.

Un beso.

Zlinx Wired dijo...

8/

Southmac dijo...

A veces el epitafio es más valioso que lo que el ausente supuso en vida.
A veces brillamos en la ausencia gracias a los ojos de los que nos quisieron, más que por nuestros méritos.
En este océano de blogs y palabras, nuestro valor es el de las mentes que nos leen, que nos interpretan, que nos hablan, que interactúan...

Cuando me corte el cuello, envidiaré una despedida como esta que acabas de dedicarle al melmoz ese.

tormentadeletras dijo...

duende!!!!!!!!!!!!

solo

!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

y se ......que es poco!!!

abracitooooooooooooooooooooooooooooooo

Anónimo dijo...

¿Café?
¿Alguien ha hablado de café?
Así son las cosas, a todos os traje y ahora debéis seguir solos, sospecho que la naturaleza se comporta así. Tantas gracias por la elegía, duende.
Y siguiendo con la naturaleza a vueltas, es evidente ese comportamiento de las hormigas que pretende en los demás el reflejo de sus propias frustraciones. Envidiarás la elegía, pollo, porque ni dentro ni fuera de esta miseria eléctrica habrás hecho nunca nada que la merezca. Procura vomitar en otro lado.
Damas y caballeros, salud.
Y buena vida.

Anónimo dijo...

Hija de mi vida, que preocupante es lo tuyo. Anda anda y acuéstate que el enano está ya ocupado por una de su edad.

Southmac dijo...

Vaya, uno hace un comentario sincero y el desaparecido se destapa con una grosería, en fin. Melmoz, melmoz, tranquilo, hombre, que nada es para tanto. Ni siquiera tu ombligo.

Saludos desde un lugar en el que nunca has estado, gilipollas.

Azdumat dijo...

ME CAWENTO LO QUE SE MENEA! A ver, South, a Melmoth no me lo toques. Y Mel porfa, tú tampoco te metas con South. Si lo sé no escribo na...

Galatea, ya te digo, si que me lo curré pero ya ha cerrao el blog... jo!

Zlinx, =)

Fenix, no sabes cuanto me alegra el que nuestro mel nos haya unido una noche en nuestros vuelos. Siempre nos quedará el café (para mí un té por favor...). La foto es preciosa... =)

South, sin una buena vida, poco epitafio se puede escribir... Cuando tú te cortes el cuello, el epitafio será muy distinto, eso seguro, más a tu estilo, of course.

Tormenta, gracias, eres un encanto! Besitox

Melmoth querido... Para cuando ese café? Me has prometido unos discos, te lo recuerdo. Te echaremos de menos por aquí, lo sabes bien.

Magnolia, ignora los anónimos, ya sabes, no hables con desconocidos. Cuando se digne a decir quien es le contestaré.

Alguien, le pedi q lo dejara un día o dos para que se viera y algunos lo han visto, de todas formas creo q se ve de q se trata.

... dijo...

Yo suponía que los cocodrilos permanecerían, pero es evidente que no era la puerta lo que les encadenaba.

Southmac dijo...

Azdum siento que la tocada de cojones haya tenido lugar en tu sistema de comentarios. No me gusta el enfrentamiento, pero como tampoco soy cristiano, lo de poner la otra mejilla cuando se pasan conmigo no suelo practicarlo.

Saludos.