lunes, julio 11, 2005

Carta desde mi celda II

Nunca supe el por qué de tu ingreso en el sanatorio. Mis razones eran demasiadas como para intentar evitarlo. Por un lado estaba el alcohol que me llevaba a tantas paranoias, por otro mi adoración por la sangre, mi frecuente sentimiento de soledad, mis esperanzas en amores perdidos y mi consuelo en el sexo, aunque fuese en el propio onanismo mental de recordarte; mi forma de ser era demasiado caótica, y eso me llevó a numerosos intentos de suicidio y al fin al asesinato. En realidad podría haber acabado internándome voluntariamente, pero tras el asesinato ya no había opción.
Tú jamás quisiste saber mis por qués. Sólo te importaba lo que era cuando estabamos juntos en la sala o en el jardín, cuando conseguíamos escapar para abrazarnos a solas.
Ahora estoy de nuevo perdida. Las enfermeras están preocupadas por mí, dicen que no es bueno que me pase el día sentada frente a la puerta sin comer ni hacer nada, dicen que me avisarán cuando estés bien y pueda ir a verte. A veces me enfurezco contigo por haberme abandonado así y lloro de rabia mientras me levanto y pateo la silla, pero en cuanto me inyectan el calmante me doy cuenta de que no es tu culpa.
Anoche estuve pensando en tí con los ojos cerrados, recordando. Entonces me di cuenta de algo, M. se equivocaba. Hace una semana escuché tu voz, lo recuerdo. Y dijiste algo que nunca olvidaré. No era un estúpido te quiero ni nada así, sólo dijiste "mírame".

2 comentarios:

Jefe dijo...

Jo, la verdad es que el verdadero amor surge de la cosa mas simple, que pasa desapercibida para el resto del mundo... como puede ser una mirada, que no sera nada para las personas que nos rodean, pero que a ti, te puede dar la vida e igualmente quitartela, cuando esa mirada te abandona...

Azdumat dijo...

Siddharta, el amor es complicado, nunca sabemos cómo empieza ni cómo acaba. El amor sucede.

Jesús, vosotros me animais a escribir con vuestra música. Me gustaría poder inspirar tu música con los que yo escribo X)