Me ocurre a veces que te recuerdo entre mis piernas y he de ceder a las miserias de la carne, tan misericordiosas.
Regresan a mi memoria las caricias de tus manos perfilando, apenas con un roce, las curvas que conforman mi anatomía imperfecta. Y es tan perfecto... Veo tu mirada perdida en mi cielo, tu lascivia en mi pecho, aterrizando en mi ombligo de deseos por cumplir. Y tu boca buscando en los rincones perdidos el tesoro escondido en mi desolada soledad que, contigo, se hace un poco menos sola.
Se quejan los muelles de la cama de no sentir el peso de tu cuerpo, y se quejan mis gemidos de no tener oídos a los q reclamar a voz en grito, más y más. Y yo me quejo, ya que estamos quejicas, de no tener esta noche mi almohada, que es tu pecho, y de tener que consolarme en tu recuerdo.
Regresan a mi memoria las caricias de tus manos perfilando, apenas con un roce, las curvas que conforman mi anatomía imperfecta. Y es tan perfecto... Veo tu mirada perdida en mi cielo, tu lascivia en mi pecho, aterrizando en mi ombligo de deseos por cumplir. Y tu boca buscando en los rincones perdidos el tesoro escondido en mi desolada soledad que, contigo, se hace un poco menos sola.
Se quejan los muelles de la cama de no sentir el peso de tu cuerpo, y se quejan mis gemidos de no tener oídos a los q reclamar a voz en grito, más y más. Y yo me quejo, ya que estamos quejicas, de no tener esta noche mi almohada, que es tu pecho, y de tener que consolarme en tu recuerdo.