viernes, diciembre 29, 2006

Humo y cenizas

Pensaba. Era la primera vez en toda su puta vida que no dudaba de lo que sentía, porque lo sentía.
Lió otro cigarro aliñao, apenas quedaba papel, lo justo para pasar una noche más huyendo de la realidad, pensando sólo en lo bueno que le queda a este mundo de mierda, en sus ojos. Joder, la mujer de hielo ha dejado que alguien derrita su coraza, y eso es un hecho memorable. Reflexionaba ante la incandescencia, observando el humo y sintiéndose como tal, éterea, sutil, prescindible, libre. Era humo, como las palabras, a pesar de haber sido siempre agua que se deja fluir hasta chocar con las rocas. Pero no, ya no era río, ni mar, ni ola, ni fuente... era humo.
Se despertó pasado el mediodía, no tocaba madrugar, aunque tampoco importaba. Volvió a mirar la última llamada, murió. En aquel mismo instante murió, sólo lo necesario, murieron las cargas, el miedo a querer, el miedo. Murió todo aquello que hasta entonces la había matado. Y entonces resurgió como el fénix, sin ser lo que fue, siendo lo que era, lo que debía ser, y nada importaba más allá de su reencarnación, excepto sus ojos.

viernes, diciembre 15, 2006

Adicta

Tengo mono. Después de la Resaka llegó el síndrome de abstinencia, las ganas de clavarte de nuevo en mis venas, de fumarme el humo que son tus palabras, de esnifar nuestras feromonas en una noche bajo las mismas sábanas, de beberme la vida.
Tengo ganas de colocarme hasta que el hado me revele cuan equivocada estoy si pienso que puedo vivir de la ilusión que me da levantarme de nuevo un día tras otro, sin tener en cuenta que todo lo que sube tiene que bajar. Quisiera perderme de nuevo en callejones oscuros mientras algún voyeur, al que nunca veré, observa cómo me convierto en una yonki, cómo me pierdo entre alucinaciones en la espiral en que caigo sin saber a qué agarrarme ya.
Nada queda que supere el sentirte corriendo por mi sangre, nada que me haga sentir igual que cuando mi corazón bombea para acelerar mi muerte un poco más...

No cabe razón ni verdad
si con tu abrazo se me raja la piel,
oigo tus pasos y me pongo a temblar,
quien dice miedo no puede imaginar.

Lo que me pasa es que me quiero meter
en los rincones que a la vista no están,
como las rejas que viste en la pared
tus pantalones invitan a soñar...

Estoy tan enganchado que...si me sueltas me pierdo
que de esta droga dura soy...prisionero

No hay más vicio que el corazón
cuando se ensancha pidiendo más y más,
no te preocupes porque ya oscureció
y en los bancales nos podemos amar.

Estoy luchando, pongo el mundo a tus pies,
si me retraso no te haga pensar,
será que es duro resistir la ansiedad,
no siendo tuyo, aunque acabe a pedrás.

Estoy tan enganchado que...si me sueltas me pierdo
que de esta droga dura soy...prisionero

Enganchado de Discordia

lunes, diciembre 04, 2006

Las palabras

Las palabras no duelen, duelen las intenciones.
Las palabras no ilusionan, ilusiona la mirada que las acompaña.
Las palabras no mienten, mienten las personas.
Las palabras no se olvidan, se olvida su significado.
Las palabras no importan, importa todo lo que las rodea.
No me hables con palabras, no quiero un "te quiero", los tequieros hace tiempo que dejaron de convencerme, quiero que me mires a los ojos y digas todo lo que has callado sin abrir la boca. Quiero que me roces la mano al caminar, que sonrias cuando coinciden nuestras miradas, que me ayudes a levantarme cuando yo no tenga la fuerza, que me pidas ayuda cuando la fuerza te falte a ti, que no digas nada, ni mi nombre, que me abraces.