Siempre fuiste tan fuerte, tan valiente, nunca te dejaste doblegar por nadie y eras tan bueno y tan noble... Me enorgullezco de llevar tu sangre, de que seas una parte de mí. Te pasó lo que yo sé que me pasará, no soportabas verte preso de tí mismo, sentirte limitado a vivir. Y yo no pude mirarte cuando yacías inerte, no soportaba mirar más de un segundo sabiendo que ya no estabas ahí. El cansancio, tantos años, te han matado, pero sigues vivo en mí y nunca morirás en mi recuerdo.
Tú sangre sigue latiendo en mi corazón.