Un día me encontré sola, tan sola que me ahogaba el aire a mi alrededor. Caminé por la calle en busca de mí, por tener compañía. Recuerdo que no había ni un alma en la calle, al menos no había nadie con quien poder compartir una mirada y una sonrisa sin más, nadie miraba a los ojos de los demás y casi todos parecían esforzarse en parecer lo menos amistosos posible. Y yo me sentía tan sola...
Sentía caer trocitos de mi corazón y ya no me quedaban apenas fuerzas para agacharme a recogerlos, igualmente, hice el esfuerzo y me sorprendió encontrar algo que no había advertido: trocitos de otro corazón que no era el mío. Al fijarme advertí que los trocitos marcaban un camino, como las migas de pan que tiraron Hansel y Gretel, seguí el camino marcado por los pedacitos al tiempo que los recogía. Un rayo de sol, una nube gris, hicieron un efecto de luz del que creo que fuí la única testigo. Justo bajo la nube había un chico, el pelo largo le tapaba los ojos pero yo estaba segura de que derramaban lágrimas.
"Hola, chico triste" dije, apenas susurrando a su oído. Pareció sobresaltarse por un instante, pero apenas se movió, aunque levantó levemente la cabeza oteándome desde aquellos ojos ocultos tras una cortina de pelo. Me pareció que iba a decir algo pero no fue así, sólo volvió a bajar la mirada.
"Me llamo Azdumat, ¿cuál es tu nombre?" Esta vez retiró un mechón de pelo de su cara observándome, se fijó en mis manos.
"¿Eso es mío?" preguntó desconcertado.
"Creo que sí, tómalo" el chico triste recogió aquellos restos de sí mismo con aspecto de no saber qué hacer con ellos y los dejó a un lado al tiempo que se apartaba el ondulado cabello de la cara y me miraba fijamente a los ojos, buscando algo quizá.
"No me has dicho tu nombre" insistí.
"Antes me llamaste chico triste, ¿verdad?" dijo ladeando la cabeza como para buscar otro ángulo con el que encontrar aquello que buscaba tras mis pupilas.
"Sí, bueno, lo siento si te ha..."
"No, tranquila, ESE es mi nombre..."
Le observé mientras alzaba la mirada al cielo, sin comprender bien lo que ocurría.
"Soy... El Chico Triste.." Susurró, regalándome la sonrisa más triste que he visto en mi vida, y la más bella.
4 comentarios:
Nunca pierdas ese toque...es algo que es imposible de superar. Escritos de este calibre hicieron que hace ya casi la friolera de 3 años me abriera mi blog, asi que no pierdas esa esencia, Maestra.
Kuidateme...se te exa de menos...
A veces la tristeza traspasa fronteras siderales. A veces intenta poner buena cara, y por dentro cubre una niebla, y en ella se esconde tanto dolor...
Me gustaría que un día, tocar la mano que tenga los tozitos de mi perdidos.
Mientrás tanto, déjame darte una sonrisa por esto. Desde mi Infinito...
Lo lei muy por encima, pero me gusto el cuento :)
(Lo raro de todo esto es que llegue a tu blog buscando imagenes de anatomia para la facultad, que bizarro es internet!)
hermoso relato y sabes que pense cuando termine de leerlo??
..yo conozco a ese chico y esa tristeza la provoque yo....
bellos tus escritos...
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