Sentir de nuevo el frío metal de la cuchilla rasgando mi piel me reconforta en cierto modo. Es, quizás, una manera de explotar, pagando mis problemas conmigo misma. El filo penetra lentamente mi piel, roza mis venas hasta llegar a ellas, y entonces, como una gota de vida, como una gota de muerte, se desliza la sangre por el brazo hasta que mi lengua la reclama para sí, para volver al cuerpo del que vino y devolverle (o tal vez arrebatarle) una pizca de cordura, de la que ya poca queda.
Puta vida, yo te desprecio con este gesto y, sin embargo, aquí sigo para seguir luchando, para no dejar que tu triunfo se convierta en mi derrota. Para demostrar que soy algo más que otra pobre desquiciada, que aún puedo volar más allá de tus barreras y morir sabiendo al menos que fui yo la que decidió en algún momento.
Muerte, tendrás que venir a buscarme otro día, cuando todo haya pasado.
2 comentarios:
Aun tardara mucho en visitarte. Te lo aseguro, somos viejos conocidos.
Los años te dan sabiduría, y me llena descubrir que la tuya, se agranda hasta el infinito. Mil besos mi dama y mi duende, aún vas a seguir flipando al mundo, por muchos tiempos. Desde el lado egoísta, a mi me hace falta, me haces mucha falta.
1 besukazo!
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