El destino me persigue, me busca, pero nunca me encuentra.
Yo me dedico a esquivarlo, lo ignoro, lo anulo...
¡Me resisto!
Si existe el destino, no así el libre albedrío.
Y de qué sirven así las copas vacías,
de qué los gemidos a oscuras,
qué sentido tendrían las lágrimas
en un mundo de pantomima.
¡Me resisto!
Deseo llorarme toda y correrme entera,
emborracharme de mil noches
y anestesiarme cada mañana,
llenarme el pecho de mentiras,
dolerme tanto como amo.
¡Me resisto! ¡Sí, me resisto!
Por el arte, por el vino,
por la vida que vivo
y por la que pierdo,
por los besos, por el sexo.
Por eso me niego a entregarme al destino
¡Me resisto!