lunes, marzo 19, 2007

El día más especial del año

El día más especial del año despertó resacosa y con las lágrimas pegadas a las pestañas, agotada y con ganas de enterrarse entre las sábanas hasta que todo hubiera pasado. Sin embargo, y a su pesar, levantó la cabeza de la almohada y tras árduas luchas con las sábanas caminó el pasillo como si de un muerto viviente se tratase.
Limpióse las resecas lágrimas de la cara mirándose al espejo, qué inútil gesto mirarse una cara que nunca había cambiado, qué inútil pensar que va a hacerlo la mirada.
Debía preparar algo para la comida de aquel día, era importante celebrarlo, aunque ya se le habían quitado las ganas de celebrar nada, pero ya no era momento para lamentarse, era el momento de sonreir y poner cara de " todo va bien" e incluso cara de "qué feliz soy". Fingir era deporte más humano y el más prácticado.
Preparó un par de tonterías para sus familiares y, tras una comida un tanto absurda y la copa de rigor de después, se fue a su cuarto a buscar las palabras que ansiaba en la pantalla del ordenador, aunque como suele pasar no encontró nada que le quitase las ganas de llorar.
Y decían que era joven, que tenía toda la vida por delante y que nada debía evitar su felicidad tan pronto, como si todos los que decían eso no lo hubieran vivido, como si la edad fuera una excusa para no estar triste, para no torturarse por los aminos del destino que tanto duelen a veces.
Olvidó su cuerpo y lloró sin sentir las lágrimas irritando sus mejillas hasta el amanecer. Y durmió. Y despertó de nuevo sabiendo que en menos de un año la historia volvería a repetirse. Y no era una cuestión de sentirse mayor ni de verse envejecer ni mucho menos, tampoco por todo lo dejado atrás aunque lo recordaba amenudo, no, aquello era otra cosa, era sentir que daba igual el tiempo que pasase, todo seguía igual y ella tan vacía, tan llena de nada... Tal vez de recuerdos de los días más especiales del año...

martes, marzo 13, 2007

No sientas

Olvidate, liberate, deja de sentir las lágrimas en la garganta, deja de mirar, de ver. Olvida todo y sigue adelante, no sientas, la vida continúa su curso y no importa cuánto te duela, si no vas a su ritmo te habrás perdido para siempre. Y da igual que grites, da igual que te esfuerces, da igual todo lo que hagas por matarla, por ganarla, un empate siquiera, ella siempre gana. Así que deja de sentir, vive como el mundo dice que vivas, estudia, trabaja, gana dinero y compra mil cosas que nunca servirán de nada, pero no sientas, no dejes que el dolor te desgarre el alma, sólo deja de pensar, deja de ser, porque ser quien eres duele demasiado, es mucho más fácil dejarse ser, dejar que la sociedad sea tú y conformarte con toda esta mierda sonriendo delante de la televisión. Permite que ellos te moldeen con sus manos mientras te rodeas de objetos sin alma.
Pero no sientas.