miércoles, marzo 30, 2005

Wasting my time?

Me desesperan tus falsas esperanzas, las mías, las que tú me das y me quitas como si de un juego se tratase. Odio tus verdades, o tus mentiras, a tí nunca.
No lo soporto. No soporto no saber qué hacer, no me gusta no saber en qué situción me encuentro, me horroriza no entender el por qué de todo esto.
Soy hedonista, lo afirmo, disfruto de los placeres de la vida tanto como puedo, con respeto hacia un posible futuro, con el peso del pasado hundiéndome la espalda. Pero vivo, necesito vivir de verdad y dejar de frenar las pasiones que alteran mi mente y mi cuerpo.
Si me quieres, ámame, no te mientas, ni me mientas diciéndonos que debemos parar esto. ¡Joder! Soy una irresponsable, lo sé, pero esque tengo la imperiosa necesidad de hacer todo como lo siento. Y siento que quiero besarte, o abrazarte, o follarte en una noche de Luna llena. Pero todo eso da igual si tú no sabes, o no quieres, vivir asumiendo que somos carne, que tenemos alma, que sentimos, que hay un presente seguro pero no existe el futuro, aún no. Y del mismo modo que no se sabe cómo acabarán las cosas, no se sabe si el futuro llegará. A mí me da exactamente igual. Sólo quiero vivir ahora, y vivir con toda la intensidad que mi alma me permita, para que cuando muera nadie se atreva a decir que desperdicié mi vida. Y sólo quiero que me digas si estoy perdiendo el tiempo.

martes, marzo 29, 2005

Sentirte II

Hueles a mis sábanas limpias, a mis noches en vela, a mis noches de ensueño, mil noches de sueños... en tus brazos.
Suenas como el trino de los pájaros de madrugada, como el silencio de las noches en calma, como las horas despierta en mi cama, como la sonrisa muda del alma.
Sabes al primer caramelo de mi infancia, al primer trago de agua de la resaca, sabes a primer beso, y a todo, y a nada.
Miras con la inocencia de un niño, con la sabiduría de un anciano, con la sinceridad que otorga el no saber la verdad, con el deseo de un preso que añora su libertad.
Tocas con la suavidad de un ciego leyendo braille, con la seguridad de un buen amante. Y tu piel es tan suave como el instante en que mis labios rozan los tuyos para besarte.

viernes, marzo 25, 2005

Sentirte

Mírame, con esos ojos que más que mirar desean, con esa mirada tan absolutamente cierta. Mírame y dime con tus besos cuánto más quieres de mí. Bésame, y apiadate de mis labios que si vuelven a probar tu piel perderán la poca cordura que tuvieron.
Pero déjame volverme loca cuando tus manos recorran mis curvas, cuando tu lengua acaricie mi cuello, cuando agite mi pecho. Permíteme la falta de cordura cuando tu pelo acaricie mis muslos abiertos. Perdona mi lunatismo cuando sienta tu calor entre mis piernas, cuando me falten las manos para mantenerte en mi regazo, para acercarte a mí y fundirme contigo en el fuego de nuestros sexos. Disculpa que pierda la cabeza al sentir que nuestra respiración y nuestros latidos se acompasan siguiendo el ritmo de nuestros cuerpos, hasta el final.
Y no se te ocurra abandonarme sin dejarme cerrar los ojos mientras siento cómo se calma poco a poco mi pecho bajo el tuyo. No te vayas sin permitirme escuchar la fuerza de tus latidos cuando apoyo mi cabeza en tu pecho. Y perdóname que no sepa resistirme a besarte, disculpa que no pueda soltarte sin antes haber buscado la forma de no hacerlo, para poder repetirte cada momento lo mucho que me gusta sentirte dentro.

martes, marzo 22, 2005

18-03-2005=20

Veinte ya... ¿Será verdad que me hago mayor? ¿Que crezco y maduro y me hago responsable? ¿Será cierto que los caramelos poco a poco ya no sabrán igual?
Soy una escéptica. Sigo siendo adicta a los chupachups y llevo años sin crecer en estatura. Pensé que sería mucho peor llegar al cambio de década, sin embargo, estoy en uno de mis mejores momentos.
Nunca olvidaré esa versión del cumpleaños feliz con guitarra eléctrica. Nunca, la sensación de paz que me produjo días antes poder hablar con él. Ni ese poster firmado que tanta ilusión me hizo. Ni los mensajes que recibí. No olvidaré jamás la 3ª fila, wander, don't cry, ni the haunting, ni el haberle dado la mano a Khan y haber tenido a Thomas Youngblood tocando la guitarra a un metro de mí, incluso menos. No olvidaré los columpios, ni al taxista que me trajo a casa para encontrarme un ordenador encima de la cama. Ni la ilusión de recibir los regalos de mi familia y de que mis padres se llevaran unas velas al restaurante para cantarme el cumpleaños feliz más armónico que he oído nunca. No olvidaré el deseo que pedí al soplar. No olvidaré nunca jamás (ya sé, ya sé, nunca digas nunca jamás... me da igual :P)a toda la gente que me rodea en estos momentos. Ahora me gusta estar viva y sentirme viva como hace mucho no me sentía.

Os quiero, a todos los que habeis hecho especial mi pequeño momento...

viernes, marzo 18, 2005

See you later, alligator...

Llegaste dando palos de ciego sin necesidad de un por qué, mientras el espíritu de los muertos observaba a ese Melmoth errabundo. Y bien pudiste mostrar los sueños de tu razón, hablando del Golem, del alcohol y otros demonios, y más demonios. De tu cansancio y de la paz de los idiotas.
Con certeza Oliverio esta noche soñará con el día después y con Aristófanes tocando el clarinete y esperando los agradecimientos. Por tu culpa.
Y las nínfulas recordarán el pasado anélido en el gabinete de un señor poeta, gritando por los imperios perdidos que los monstruos destruyeron. Por tu culpa.
Siempre quedará Gmail, uffs... siempre queda algo para evitar el abandono, siempre hay viejos libros y paraísos perdidos para las altivas almas sin tierra a la que aferrarse. Y quedarán las chicas de martes, y los monstruos.
Y me chupa un pie que mientras duermo la presencia de Dios sea su ausencia en mi oscuro corazón si los gigantes igualmente caerán en el olvido y James Mulligan ya no me chupará un pie como quisiera. Buf, cómo quisiera que en el microcosmos de ella se cambiara la muerte por el dominio de los días. Cuanto quisiera que la música no acabase, compartiendo la velada con Marguerite.
Pienso luego existo, pienso en los ojos que ya no podran leerte querido, leer lo bonito que parece morir con tus palabras.
Me vestiré de fiesta (de funeral si me dejas) y escucharé jazz para despedir tus colmillos, no sin un par de rosas y un triste maullido que hasta a los gigantes encoja el pecho.
En estos días que nos quedan, amado, declaro la guerra a la tierra misma que nos parió el día de la bestia. Porque nacimos muertos al vacío. Pero tú tira p'alante, cocodrilo, los singapurenses estaremos contigo hasta el día en que las epidemias destruyan al hombre. Hasta que se adivine la terminal añoranza, la añoranza de un sábado perfecto. En resumen, hasta el comienzo de la senectud, cuando otros hereden la tierra. La senectud que quisiera creer en Dios por miedo a la muerte.
Una tierna historia de amor se pregunta "Ay, si llegará" o no. Y tú apostátas como siempre, con tu furia, que ni los mantras evitan la posibilidad de que vomites el alma aunque después te serenes con versos de Lorca.
Igual tu asco a la vida de lunes se expande más allá de los cafés con que intentas evitarlo, y esta tierra de dinosaurios que dieron paso al querer y a la filosofía, te apunte esos días con sus armas de muerte más que otras veces.
Puede que el insurgente bostezo del pueblo aburrido, reclame de nuevo la perfección de tus escritos. Yo quisiera tenerte de profesor por un día. Por la noche, si quieres, te contaría un cuento si no me críticas y me das consejo.
Y, otro día perfecto, te encontraré entimismado bailando, una noche de sábado a domingo, con ella, querido, la que los gigantes te robaron un día mientras observabas en sueños la poca educación que les quedaba tras haber ganado.
Te lo dije, los días pasan, y los años. Y aunque no puedas creerlo, ésta angelita ha crecido, señor licántropo. Y los domingos ya son infiernos en mi tiempo de mortal, de semanas, de días, de sueños, de juegos perdidos, de fuerza cansada y resplandor al final del túnel, tras cruzar la carretera.
Vientos de insurrección contra los estates (sic), puesta la declaración sobre la mesa, sobre la tierra sin nombre. Una reflexión por la espuma de los días, por los cuentos chinos que se cuentan de madrugada, cuando se transforma el alba.
¡Joder! Eres perfecto en tus defectos, en contenido y envase, tan adorable... Tanto que te conviertes en dios que dicta las leyes de la ferpección (sic), de la belleza de esta tierra, con el poder de tu recuerdo. Y ni la curiosidad ni la resistencia me permiten retirarme de tus historias, ni atender a otras cosas, ni sobrevivir a la rabia que me da la declaración de tu marcha, tu despedida. Pareces morir ante el fin de la duda de otoño, desesperado, esperando la cita que descargue el peso que llevas porque sí. Pareces que quisieras cruzar el océano y alojarte en una casa de amor perfecto y plenitud que sabes fantasmas.Pero Escucha "Toc, toc, toc" llamo a la puerta de esa casa inexistente para pedirte que seas mi héroe, que no te vayas, me gusta la ironía de tus palabras... snifs, el día después siempre es duro, cualquier día es jodido en tu ausencia y , por pura lógica, llueve en mitad de mi blog, mi pequeño universo, de echarte de menos.
El secreto de tu culpa no tiene precio ni nombre, vuela sobre el trayecto de lo humano, de la sociedad. Mientras tú esperas el verano para que la curiosidad venga otra vez a tus labios y te enrede antes de hacerte viejo, porque eres uno de esos tipos con la mirada del lobo, que hacen callar hasta al silencio y quitan el hipo con el esplendor de su mirada. Y tienes las raíces bien puestas para andar tus caminos por el mundo, haciendo parada cada día XIII para respirar pureza y mirar al cielo.
Sé que has dejado tu alma hasta el último punto de este lugar de necios e insurgentes, de soñadores y locos... donde gustamos de escupir lo que las madres no consuelan, donde involucionamos de nuevo a la carne con palabras optimistas del doctor que no puede dejar de pensar en Caperucita desde un punto de vista masculino, imáginando otra dimensión en que comérsela todo el tiempo sin quitarse el sombrero siquiera, sin acordarse de su familia y su esposa...
Por mi parte celebro el nacimiento de tu piel el día en que se escribieron tus efemérides, aquel en que nació ese tipo que ves en el espejo cuando te preparas para vengarte del retorno de la luz, esa que te cambia el blanco y negro por la existencia del color al final de la noche, cuando el tiempo ya se ha ido y sólo queda la muerte y la duda.
Y recuerdo los cuentos de un señor que criaba gusanos y flores nocturnas y escribía cartas raras a gente sin nombre. Me contó lo que era la Panacea, y me escribió cuentos sin sentido, y cuando me hice mayor me regaló una novela de amor de las que hacen que te rueden las lágrimas por la cara para morir en la isla de la boca. Él prefería no hablar los lunes, "sin comentarios" decía y volvía al 7º cielo de sus sueños. Hasta que un lunes pereció, o lo pareció, porque no volvió a aparecer. Y yo me quede sin sus desestresantes historias, sin sus alas de ángel de Dios, con el peso de los años llevándome al sur del dolor que provoca el añorar algunas historias.
La naturaleza de tus verdades no tiene nombre, yo me las dejé de asignatura pendiente porque me entretuve con tu piel, revisando el resumen de los días en que descubrí que tú sabías volar, que eras otra cosa, que viajaste una y otra vez como tu padre te enseñó a hacerlo en la laguna dormida, igual que te enseñó a comprender el arte de los proverbios. Del mismo modo en que ahora te relatas a tí mismo tu lado más salvaje, como hormiga que escapa del hormiguero ganando diez vidas con diez partes de su propio ego.
Y aún reptan las promesas despacio, fundando el acercamiento de un beso de despedida tarareada mientras se espera a la muerte, o a la mierda de muerte de lunes. Mientras el camino sigue entre las bestias de las que nos escondemos tras arbolitos, llorando por saber que no existe el rey que nos ampare en su castillo oscuro de muerte dormida.
He visto la noticia en tu silencio cotidiano, y sin embargo, el capitán de mi naufragio nunca me dijo que los peces de colores se escapan volando sobre ciudades cuando intentas atraparlos. Nunca me dijo que tocar esa canción (dubidú) me recordaría que el día en que naciste sólo asomaba la punta del iceberg de tu persona. No hubo parábola que me enseñara que todo esto llegaría a mi corazón, con el que tanto te quiero desde detrás de este espejo que es la pantalla. Jamás nadie me advirtió que en mi cuello de porcelana desarrollarías la política que me convenciera. Y no tiene nombre esa política tuya en que lanzas piedras que no tocan el suelo.
Serás plenitud de despedida en mi frío recuerdo. Consumes bastante rápido las promesas sin nombrar siquiera las deudas pagadas, en el campo de combate donde lucha el hombre, con su ego por delante y su perfección por bandera. Allí donde te cierras a este mundo. Aquí donde te echaré de menos.

Por tu culpa vine aquí, y te lo debo. Gracias a ti aprendí a conocerme un poquito más, a escribirme entre sonidos de teclado (lo mío siempre fue el papel). Porque cumpliste tu promesa y cuidaste de mí tanto tiempo en silencio. Por eso y mucho más este post es tuyo, espero que te guste...




Te echaré de menos Melmoth querido.

lunes, marzo 14, 2005

Mr. Sandman, bring me a dream...

Me duele saber que es falso lo que era cierto, saber que me equivoco en mis mentiras al contarlas porque nunca me ha gustado mentirme, y menos delante de la gente.
Aún siento la caricia de tus manos sobre mi cuerpo y, sin embargo, despierto. ¡Qué es mentira, tonta! ¡Qué es un sueño! ¡Que lo único cierto es aquello que vive en el onírico mundo de tu inconsciencia!
Y qué más da pensarlo si vendrá, tarde o temprano, Mr. Sandman a secuestrar mi voluntad que ahora es tuya para alejarla de tí y de mí.
Y qué más da si me dedico al onanismo por no echarte de menos entre mis piernas, si respiro agitada pensando en la invasión de tu cuerpo en los huecos de mi alma.
Lo mismo da que yo quiera declararle la guerra al día y vivir en sueños si al final viene a ser cierto que se sueña con lo último que se piensa antes de dormir. Y qué voy a soñar si en una cama sólo me cabe tu ausencia o tu presencia, y nada más.

sábado, marzo 12, 2005

Viaje V

J. abrió los ojos. Ante él se extendía un mundo distinto en el que no existía toda la mierda de la sociedad, un mundo en el que todos decían la verdad pues no conocían la mentira, en el que eran felices con aquellos a los que querían demostrando su amor. Abrazaban a sus amigos sin prejuicios y besaban sin límites. El amor era su razón de vivir, y lo vivían hasta el punto más extremo, sin reservas. J. se sintió aliviado. Heshamah comenzó a hablar.
- Este es el lugar para aquellos que conocen la verdad, para los que aceptan el tránsito, su destino. Este es un lugar donde amar es la verdad, donde cada cual hace lo que siente, lo que desea. Y todos ayudan a los demás sin vergüenzas, sin enojos, sin mentiras. Aquí es donde todos deben llegar y continuar.
A J. se le ensanchó el alma se sintió seguro y quiso pasar allí el resto de su existencia. Abrazó a Heshamah y al separarse de ella para observar de nuevo aquel maravilloso lugar sólo quedó su mano en el hombro. J. abrió los ojos, estaba de nuevo en el avión, de vuelta a Madrid. Todo había acabado, y había aprendido todo lo que podía y debía saber.
- Adios, Heshamah...
Bajó del avión para recoger sus maletas de nuevo. Había vuelto...

Mi viaje sigue aunque él haya vuelto.

viernes, marzo 11, 2005

Viaje IV

El paisaje se encontraba formado por abruptas rocas que parecían expulsar la sangre de la tierra, a la derecha se elevaban unas escarpadas montañas de las que brotaban ríos y cascadas sucios de sangre y polvo, en ellos flotaban cadáveres y miembros amputados, cabezas en cuyo rostro se reflejaba el sufrimiento y el horror más espantosos. Los habitantes de aquel lugar gritaban, y sus alaridos taladraban el alma de J. hasta el punto de hacerle sentir su dolor.
Heshamah comenzó a andar pisando a cada paso los cuerpos mutilados que cubrían la tierra, sin inmutarse. Se volvió hacia J. y le instó a caminar junto a ella. Mientras él intentaba esquivar a aquellos hombres y mujeres en la medida de lo posible sin éxito alguno.
- Éste lugar es lo que algunos llamarían el Infierno. Aquí vienen todos aquellos que murieron pensando que lo merecían, aquellos a los que su conciencia no les deja disfrutar de su nuevo estado. Ellos creen que es lo que merecen, se torturan, y se encuentran demasiado ciegos para ver la salida aunque intentan huir constantemenete. En realidad lo han elegido ellos mismos pero no lo saben.
J. observó que un hombre corría sin rumbo huyendo de nada, se cruzó con un grupo unos metros más adelante y allí detuvo J. la mirada. Dos hombres se peleaban, uno de ellos estaba completamente desollado y al otro le faltaba la nariz y el labio superior. Luchaban de un modo salvaje, golpeándose, arañándose, mordiéndose hata el punto de arrancarse la piel el uno al otro. El desollado se lanzó hacia el hombre de rostro incompleto arrancándole uno de sus globos oculares con la intención de reventarlo entre sus manos, pero justo antes de que lo consiguiese, su adversario le abatió golpeándole con una pierna amputada que tomó del suelo. Tras recuperar su ojo lo colocó en la cuenca vacía y éste volvió a colocarse perfectamente en su lugar. Entonces miró a J. y éste huyó despavorido presa del pánico, frenado a los pocos metros por Heshamah que apareció ante él señalando las enormes puertas que se extendían tan alto en el cielo rojizo que no podía vislumbrar su final. Comenzaron a abrirse lentamente y J. cerró los ojos temiendo lo que pudiera encontrarse.

jueves, marzo 10, 2005

Viaje III

Heshamah tomó de nuevo la mano de J. y al instante aparecieron en otro lugar. Nadie les saludo, nadie levantó la mirada, todos los que allí se encontraban tenían la mirada perdida, algunos lloraban, se lamentaban o simplemente suspiraban profundamente. Heshamah empezó a caminar y J. la siguió observando.
- Este es el lugar donde se encuentras las almas de aquellos que no aceptan la muerte, - comenzó a explicar Heshamah - todos los que se encuentran aquí se dedican únicamente a añorar la vida. Mantienen sus imágenes mortales con la esperanza de volver a la vida o de que les reconozca un ser querido que perdieron antes o después de morir. Algunos buscan desesperados un rostro conocido sin darse cuenta de que aunque lo encontraran no podrían reconocerlo, son sólo almas y no pueden recordar realmente el mundo físico, más bien lo imaginan, lo inventan, lo idealizan. Algunos lo superan en poco tiempo, otros parecen no aceptar nunca el tránsito.
J. sintió la tristeza y la melancolía que desprendían aquellos seres. Comenzaba a recordar todo lo que había dejado atrás, sabía que había dejado algo pendiente aunque no recordaba bien qué. Sólo podía recordar las sensaciones y los sentimientos. Se sintió triste porque sabía que había muchas cosas buenas que ahora tal vez no volverían. Aquello era horrible, necesitaba salir de allí, entonces vio un pórtico enorme ante él.
- ¿Estás preparado? - le pregunto Heshamah.
- Sólo quiero salir de aquí - respondió.
Las puertas se abrieron y ante ellos apareció un nuevo lugar. J. abrió los ojos desmesuradamente, horrorizado ante lo que se extendía ante él. Parecía haber vuelto al avión. Gritos, sufrimiento, agonía... En aquel lugar sólo había sangre vísceras y dolor.


Mientras tanto continúa Mi Viaje en otro lugar.

miércoles, marzo 09, 2005

Viaje II

Ella le miraba desde las sombras de su capucha donde escondía todo su rostro excepto aquellos ojos brillantes y vacíos que J. no podía dejar de mirar fijamente en silencio. Silencio. Entonces advirtió que todo había parado, nadie gritaba, sólo había silencio.
Apartó la mirada de aquellos ojos refulgentes y miró a su alrededor. Los colores habían cambiado, todo era oscuro y luminoso al mismo tiempo. No podía comprender nada de lo que veía. Se levantó confundido y volvio a recorrer los asientos del avión con la mirada. Todos estaban muertos. La sangre, la muerte y la destrucción se habían convertido en protagonistas de aquel macabro escenario.
Caminó algunos pasos horrorizado, esquivando los cuerpos que yacían en el suelo del pasillo. Entonces recordó los ojos en una imagen fugaz, se volvió para mirarlos de nuevo y la vio, junto a su cadáver. No, él tampoco era un superviviente. Pero no recordaba el dolor de la muerte en su cuerpo, no sentía el calor de la sangre, ni el frío de la noche que se extendía en el exterior. Era tan sólo un alma perdida, la esencia sin su envase.
Observó detenidamente aquel que había sido su cuerpo, aquel que había visto cada día de su vida en el espejo. Sus miembros cogaban como un peso muerto, lo eran. Su cara mantenía una expresión que no lograba descifrar, era la combinación imposible entre el pánico, el horror y la calma.
"¿Y ahora qué?" se preguntó, volvió a mirar a la encapuchada y le preguntó "¿Qué ocurrirá ahora? Y tú... ¿eres un ángel? ¿un demonio?la... ¿muerte?". Silencio. Sin pronunciar una sola palabra le tomó de la mano e inmediatamente se encontraron en el vacío más absoluto. J. comprendió la nada en aquel lugar, posiblemente no podía hacer otra cosa más que comprenderla.
"Tranquilo, no pasaremos mucho tiempo aquí" dijo ella al tiempo que se quitaba la capucha. Era pálida como la Luna, tanto que incluso parecía brillar como ella. Tenía el pelo negro, negro como la oscuridad más absoluta. Sus facciones eran delicadas, afinadas, y sus ojos...
- ¿Qué es este lugar? ¿Por qué estamos aquí? ¿Adonde iremos luego? ¡¿Y quién eres?! - preguntó J.
- Tranquilízate, te explicaré todo, escucháme bien. No hace falta que te diga dónde estamos, lo sabes, este no es un lugar, es Nada, Vacío. Nos iremos pronto de aquí, en cuanto te explique un par de cosas, sólo estamos haciendo una parada en el camino. Me llamo Heshamah. Soy quien te acompañará en este viaje, te mostraré lo que debes saber ahora. Sabes que has muerto, ahora olvida el reino terrenal, esto no tiene nada que ver, pero debes comprenderlo. ¿Entiendes?
- Supongo que sí...
- Deacuerdo, continuemos entonces.

martes, marzo 08, 2005

Mi Viaje

Abro los ojos. Domingo, 15:00, me estiro, me quedé dormida en el sofá viendo la Fórmula 1, soñando con alcanzar algún día esas velocidades vertiginosas.
Pienso, recuerdo, se me juntan los sueños e intento separar los fragmentos de cada uno. Recuerdo a mi padre, abrazos, cariño, mucho cariño, me enternezco, decido que le abrazaré más tarde.
De nuevo emprendo el viaje al recuerdo, E. está ahí, me entristezco, la echo de menos, echo de menos a todos los que me acompañaron la vida durante aquel año en el que comenzaba a meter las narices en el mundillo del arte, les quiero...
El viaje continua, le veo, me estremezco, respira sobre mi pecho. Yo curvo la espalda bajo su aliento, los labios abiertos. Le siento sobre mí, siento su abrazo que me acerca a su cuerpo. Me encanta la ropa que lleva, sobre todo para quitársela. Se respira la sensualidad en cada susurro. Lo desea, le deseo. Pero él piensa que no es el lugar, no es el momento. No hay espacio ni tiempo para eso, pienso. El deseo no sabe más geografía que la de las curvas de nuestra piel, los ríos de nuestros fluídos y la orografía del monte de venus. El deseo no tiene pasado ni futuro, el deseo es la máxima expresión del Carpe Diem del sentimiento. Me desea, lo deseo. Parece que se acerca el momento en que paso de ser tentación a ser pecado y... despierto, vuelvo. El viaje se acabó para mí, él ya ha tomado el vuelo, prometió volver, tiene que hacerlo.

lunes, marzo 07, 2005

Viaje

Todos los que hemos viajado en avión desde Madrid sabemos el suplicio de soportar las esperas en el aeropuerto de Barajas... Él estaba allí con tiempo de sobra, no viajaba en avión desde los cinco años. Pobre, qué iba a saber él...
Hacía el viaje solo, se había visto obligado a salir un par de días después que sus compañeros de viaje por cuestiones económicas, vamos que tenía que ir al tajo el sábado.
Llegar, buscar, facturar, esperar... En todo ese tiempo pudo explorar todos los dutty free, los interminables pasillos con cintas transportadoras que te hacen sentir como el brick de leche que pones en la cinta del Carrefour, los carísimos bares y restaurantes... y pudo ver los aviones en la pista desde los enormes ventanales en los que se reunían las familias buscando su avión. Se sentó frente a aquellos ventanales a escuchar algo de música mientras llegaba la hora de embarcar (¿por qué se dirá embarcar si no son barcos?).
"Viajeros con destino a Roma en el vuelo 318, pueden embarcar por la puerta 7"
Se levantó ya impaciente cogiendo su equipaje de mano y se encaminó a su puerta de embarque con el billete preparado. Por fin pudo entrar en el avión y sentarse en su asiento con la acuciante necesidad de salir de la estresante capital, deseando olvidarse de todo (¿y de todos?). Las azafatas se situaron en los pasillos y comenzaron a dar indicaciones para el uso de los chalecos y las mascarillas de oxígeno señalando las salidas de emergencia. Eso le recordó uno de aquellos chistes de "Mamá, mamá, en el colegio me llaman..." y le hizo sonreir por dentro.
Se encendieron las luces para que todos se pusieran el cinturón y los motores del avión se pusieron en marcha. Poco a poco el avión comenzó a moverse y a tomar velocidad. Parecía que nunca iba a despegar y, de pronto, se elevó en el aire. Era una extraña sensación, como una montaña rusa del parque de atracciones, él ya no la recordaba y se le encogió el estómago unos segundos pero pronto se pasó esa sensación y se asomó a las nubes por la ventanilla.
Comenzó a pensar en su destino, en lo que haría al llegar a Roma con sus amigos, las visitas, los museos... Y pensó en lo que dejaba en Madrid, su familia, su trabajo, la facultad, su música, los amigos... y en ella, que le había dicho que más le valía volver para el concierto. La noche anterior le había dado la entrada y quedaban menos de dos semanas.
Sus pensamientos se interrumpieron cuando el avión comenzó a agitarse y se encendió la luz que obligaba el uso de los cinturones, el piloto anunciaba que se trataba sólo de unas turbulencias que acabarían pronto. Él se asomó de nuevo por la ventanilla y vio que sobrevolaban el Mediterráneo al tiempo que se abrochaba el cinturón con cierto temor. Las turbulencias continuaban y él tenía la impresión de que el avión perdía altura, pero quiso suponer que se trataba de una medida para evitar las turbulencias.
Entonces las azafatas les indicaron que debían ponerse los chalecos y la pasajera que viajaba en la ventanilla desde la que se veía el ala izquierda comenzó a gritar que había humo. Todos se pusieron los chalecos salvavidas temblorosos, parecía que nadie recordaba las explicaciones de las azafatas. La gente buscaba las salidas de emergencia con la mirada y algunos la mantenían fija en la salida más cercana en una contenida posición de salida a pesar de llevar el cinturón bien ajustado (¿y para qué querían el cinturón? ¿para que no se esparcieran los cadáveres?).
J. vio por la ventanilla cómo se aproximaban lentamente al agua mientras el piloto anunciaba que intentaría realizar un aterrizaje de emergencia, pues ya se aproximaban a tierra. "¿Intentar?, ¿como que intentar?" pensó J. mientras los latidos de su corazón parecían escapar de su pecho. El avión perdía más y más altura y J. no veía tierra por ninguna parte, las mascarillas de oxígeno bajaron del compartimento sobre sus cabezas ayudando a mitigar algún que otro ataque respiratorio.
J. miró de nuevo al mar, estaba demasiado cerca, no llegarían a tierra, se acercaba más y más, cada vez más rápido. Cerró los ojos y sintió una mano en su hombro, una mano de dedos finos que le oprimía levemente. Entonces abrió los ojos y la vio.


(To be continued...)

domingo, marzo 06, 2005

Y me gusta saber que aunque te vayas te quedas cerca de mi corazón.

viernes, marzo 04, 2005

Llorar porque sí

Me gusta llorar a veces sólo porque me apetece. Para limpiarme los ojos y el alma con lágrimas saladas. Enjuagarme la cara con la calma que resta tras la tormenta, y sonreír, por nada, porque me hace gracia verme llorar sin motivo.


Creo que se me salen las hormonas por los ojos...