sábado, septiembre 23, 2017

Nunca seré la mujer de la vida de nadie

Sé que no me quieres.

Que nunca me has querido.

Soy ese asiento cómodo
en el que aguantas un instante
antes de darte cuenta
de que sentarte
significa algo así
como quedarte.

Y te espantas
porque no quieres
pero descubres
que quieres a alguien
que no soy yo
y no importa
yo ya lo sé...

Nunca seré la mujer de la vida de nadie.

No tienes que mentirme,
yo me quedo con mi tristeza
intentando ser siempre mejor
superarme
para nada, ya lo sé.
A nadie le importan
las mujeres que sueñan.

Y yo sueño demasiado,
con no estar sola, con ser amada,
con que no me traicionen
cada vez que confío.
Y confío.

En que llegue alguien que derrame mi sangre
que me convierta en el charco
que siempre he sido,
y evaporarme.

Paralizada

Se me enredan las mentiras
entre las conexiones sinápticas
haciendo imposible
el funcionamiento correcto de mis neuronas.
He olvidado cualquier atisbo de esperanza y de motivos.
Ahora solo quiero tener una máquina del tiempo
y viajar atrás para acabar conmigo
y ahorrarme todo esto.
Lo he intentado,
puedo jurarlo,
he luchado y he perdido.
Y he perdido todo lo que me hacía sentir bien.
No tiene sentido continuar,
porque sería continuar sufriendo,
es demasiado tiempo intentando ser feliz en vano.
No, ya no,
me rindo
y aún así no es suficiente.
Me puede la culpa de dañar a mi familia y amigos si me voy,
y me quedo sufriendo por no hacer sufrir.
Y no sé si soy estúpida por hacerlo.
El caso es que estoy paralizada.

domingo, septiembre 10, 2017

Las ganas

Ese nudo en la garganta
que solo sale con las ganas de morir,
las de verdad,
las que por sí mismas intentan ahogarte,
apretando y apretando
hasta romper las cuerdas vocales
y hacerte perder la voz.
Las ganas tan grandes de no levantarte,
de seguir arañando el suelo con las uñas
y cavar tu propia tumba y enterrarte ahí,
para siempre,
para que ninguna mano tendida
te convenza nunca
de que algo de esto vale la pena.
A veces sí,
supongo,
no es mi caso.
No recuerdo haber sido feliz,
quizás soy yo,
que me creí eso de la felicidad,
siendo mi sino la desesperanza.
Pero el suicidio es rendirse,
no hay nada más cobarde
que huir así de los problemas.
¿Y qué cuando no hay problemas
si no falta de razones?
Llevo muchos años diciéndome a mí misma
que tengo que vivir
que vale la pena
que tarde o temprano encontraré algo
por lo que alegrarme de haber resistido.
Pero nunca llega,
sólo más y más tristeza,
más nudos en la garganta,
más caídas de las que puedo soportar

y las ganas de morir tan grandes...