El frío de las noches se ha vuelto insoportable después de haber sentido el calor entre tus brazos, entre mis piernas. Ya no sé vivir sin una dosis de tu piel, sufro la abstinencia como en medio del delirium tremens.
Siento que vuelo alto cuando te miro a los ojos mientras derramo sobre ti mi alma. Entonces, me gusta abrazarte tan fuerte que olvido que no eres mío, que la posesión no existe para el ser humano, y fundo las dudas con un par de caladas de tu aliento, respirando los dos el mismo beso.
Y no necesito más...