El corazón late como si le fuera la vida en ello. Sístole y diástole, en un pulso continuo, empujan a la sangre, a la vida, a través de mis venas y mis arterias.
No puedo pararlo.
La naturaleza es sabia, dicen, todo ser vivo lucha por su supervivencia y la de los suyos. Sin embargo, yo siento la acuciante necesidad de rasgarme la piel y derramarte fuera de mi cuerpo, para que salgas de mí, para que no me duelas a cada latido. Y poder extinguirme bañada en un charco de tu recuerdo. Y sucumbir al olvido...
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