miércoles, julio 27, 2005

Carta desde mi celda IX

Cuando M. me llevó de nuevo a mi celda sacándome al fin de la habitación acolchada, yo aún me encontraba sin fuerzas, sin ganas, sin tu mirada, sin tu fuerza, sin tus ganas...
Todo es demasiado difícil ahora, aún más que cuando entré al psiquiátrico. Hoy recuerdo aquel día tan cercano, tan cierto como que de nuevo me llevaba M. del brazo mientras yo caminaba arrastrando los pies, mirando al suelo. Como entró Cris aquel primer día. Y allí estaba ella cuando levanté la vista. Sentada en la cama me miraba fijamente, preocupada, con los ojos enrojecidos e hinchados. Había estado llorando. M. hizo una señal, un gesto para que nos dejara solas un momento. Se fue despacio, mirándome, mientras yo me fijaba en que, de nuevo, se tapaba el cuerpo como si fuera algo que esconder, con su precioso pelo moreno cubriendo sus rasgos suaves. Nunca entenderé por qué ocultaba sus encantos.
M. cerró la pesada puertade la celda y me hizo sentar a su lado:
- Sara, sé que es difícil, pero entraste aquí para curarte, para mejorar y poder volver a tener una vida fuera de este sitio en la que te sientas bien contigo, con los demás y con el mundo en general. No puedes hundirte ahora que habías mejorado tanto. R. se ha ido pero tú aprendiste de él, ¿no es cierto? Sé que a él, como a todos los que te queremos, le gustaría ver de nuevo tu preciosa sonrisa.- M. hizo una pausa tomándome la mano- Ahora tú eres la encargada de enseñar a Cris a sonreir cada día con una mirada y a guardarse esa mirada dentro para sacarla cuando la necesite.


2 comentarios:

Anónimo dijo...

me estoy haciendo adicta a esta historia, te dejo mil besazos en el fondo de un cajon asi cuando busques algo tal vez por sorpresa lo encuentres, justo cuando mas lo necesites. a mil

Jefe dijo...

Por que siempre nos dejan las personas que mas necesitamos??