Dark Blood

Iba impecablemente oscura. El pelo largo, liso y negro caía sobre sus hombros y cubría gran parte de su espalda y de su rostro. Una prenda de rejilla negra sobre su camiseta de finos tirantes. Los guantes, también de rejilla, por encima de los codos. De la cintura a los tobillos su larga falda negra cubría las calzas de rayas de colores y parte de sus botas New Rock repletas de hebillas y chapas bastante temibles en caso de ver en ellas la intención de dar una patada. En todo caso, el mayor peligro no se encontraba a la vista.
Dió un paseo fumando un cigarrillo a su salud y fueron las botas las que decidieron acabar en su portal. A partir de ahí todo dependía de ella.
Sacó otro cigarrillo del paquete que guardaba en la cinturilla de su falda y se lo encendió con el mechero alojado en el mismo lugar. Inspiró el humo dejando la mente en blanco durante unos segundos al tiempo que lo expulsaba lentamente por sus labios. Se relajó con un par de caladas más y tiró el cigarrillo a la mitad al suelo.
Llamó al portero:
-Tengo algo importante para tí.
-No me importa- fue la respuesta, y colgó.
Sin cambiar un ápice la expresión de su rostro volvió a llamar:
-Baja o subiré, y te aseguro que será peor...
Colgó de nuevo, pero cuando ella estaba a punto de caer en el delito de allanamiento vio que él había bajado corriendo.
-¡¿Qué coño quieres?!- y la mueca mezcla de asco, odio y espectación se hizo patente en su rostro.
Ella sonrió mirándole a los ojos en silencio mientras la irritación de él aumentaba, sólo le hubiera faltado gruñir como un perro rabioso.
-Te dije que tenía algo para tí- dijo agachándose hacia su bota izquierda.
-¿Qué quieres darme ahora?
-¡ESTO!- y el cañón de la pistola quedó apuntando directamente al espacio entre sus cejas.
El sudor resbalaba por la frente de aquel desgraciado paralizado víctima del pánico.
- Te quiero- susurró ella lentamente, vocalizando perfectamente cada una de las sílabas de aquella corta frase. Y acto seguido presionó el gatillo y la sangre salpicó su carita de ángel.
El cigarrillo aún humeaba justo antes de ser apagado por un charco de sangre espesa y oscura. Ella se limpió la cara con el antebrazo mientras guardaba el arma, y al subir la cremallera de la bota le miró, se arrodilló ante él y le besó tiernamente los labios aún calientes. Se puso de nuevo en pie y se marchó al tiempo que encendía su último cigarrillo. "Hasta siempre" masculló en voz baja disfrutando lentamente de la calada de humo que llenaba sus pulmones.

"Did u love me?"